Sísifo era un condenado cuya pena trascendió hasta nuestros días como la condena de empujar una gran roca hasta la cima de una montaña por toda la eternidad ya que, antes de llegar a al cima, perdía sus fuerzas y juntamente con su carga descendía hasta el fondo del infierno.
En la actualidad evocamos tal relación a todos aquellos quienes están encausados en un militancia que tomaron como roca y con ella tratan de empujarla hacia la cima de conocimiento por parte de la población, pero rara vez aquella proeza es vista, ya que en la mayoría de los casos la apatía, la indiferencia, los recelos y distintas actitudes humanas hacen descender a aquel militante hacia su propio infierno, viendo las inequidades del proyecto, el invento o la solución, desvanecerse en un complejo entramado social donde la teoría que mas prevalece es la de salvarse a uno mismo y adaptarse a los impulsos y caprichos de quienes detentan el poder de turno.|
En el libro de Roberta Cava “Como tratar con personas difíciles” hay un párrafo que busca interpretar el entorno social de pensamiento de las personas, del modo que tenemos los seres humanos de pasar por ella, de nuestra manera de acomodarnos, y nos llama a la refexión mencionando: “Dado que la mayoría de nosotros dedicamos diez horas al día, cinco días a la semana, a prepararnos, desplazarnos hasta nuestro empleo y trabajar; llama la atención que la gente no dedique más energía a decidir qué hacer con su vida.”
¿Qué es lo que motiva a un ser libre optar por aquella opción?... La humanidad tiene muchos ejemplos de Sísifo donde el entorno hostil busca mantener su status quo y busca aplazar lo que parece inminente; pero su voluntad y convicción hacia el objetivo es un faro en donde uno puede orientarse y que cada día gana adeptos y simpatizantes que incitan a dar a conocer esas historias, historias de dedicación y empeño en la construcción de un futuro que solo ellos vieron en el horizonte y se autonominaron arquitectos de obra.
Quiero expresar que un enorme faro tenemos en la república y que lamentablemente todavía su obra no pudo ser vista en todo su explendor. Estudió en Tucumán, en Chile, se doctoró en la universidad de Cuyo y viajó a España para especializarse en biología molecular. Una persona especializada en esos campos... ¿Qué misión podría cambiar su vida? En palabras del mismo a una revista dedicada a elite social se le hace esta pregunta y el no tarda en parafrasear a sus dos referentes de cabecera que marcaron su visión, y con ella su decisión a lograr un objetivo. Las frases (que espero querido lector puedan apreciarlas en toda su magnitud) son: “El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz.” (Madre Teresa de Calcuta) y, “Ocúpense de los más pobres, los más necesitados.” (Juan Pablo II)
Con esas dos referencias nuestro arquitecto funda sus bases personales, pero los planos estaban volcados hacia el perfeccionamiento de un accionar que ha demostrado ser obsoleto con la finalidad que persigue: la erradicación de la desnutrición infantil. Inspirado en las palabras del Profesor Mönckeberg “la única debilidad mental creada por el hombre, que se puede prevenir y revertir, es la desnutrición.” se arruinó económicamente y conoció el abismo propio, su roca lo 
había empujado hasta allí, hasta nuestros días lo vemos todavía cargar con una fe y un empeño inquebrantables sus bases personales pero con la salvedad que parte de la sociedad hoy ve su esfuerzo y colabora difundiendo una metodología que da resultados y que muchos nos empeñamos que sea política.
El Doctor Abel Albino en aquella entrevista nos deja una frase para compartir y cuya inspiración es el motivo del presente post: “En la Argentina no faltan valores, lo que falta son virtudes: valor es lo que se declama, pero virtud es lo que se encarna. Yo puedo hablar de solidaridad, ése es el valor, pero ¿soy solidario? Esa es la virtud.” Mientras tanto, diez personitas se fueron este año, otra vez descendemos al abismo...
