La experiencia en la construcción del "yo"

Charla para la región más desigual del mundo 

Catorce años trabajando "gratis" para escuchar a una vocera del IIN criticar como los adultos aún manejan la infancia. En este confinamiento pudimos observar como muchas personas que pasaron los 60 años continúan trabajando y hablando de una infancia de la que que se nutren por articulos y papers que, a criterio personal, no hacen gran cosa en la realidad de todos los días de los infantes. Tantos años en lugares de incidencia al menos tendría que haber alguna impronta, pero no la vemos, y estamos convencidos que si siguen estando exactamente los mismos tampoco veremos algo nuevo.

La pandemia global nos coloca en un punto de inflexión como humanidad donde somos protagonistas del choque cultural que implica el modo analógico institucional manejado por personas que, seguro buscan realizar de la mejor manera su trabajo pero en cierta medida (y esto de la medición es todo un tema) no dejan paso a las nuevas generaciones digitales buscando un puente con las futuras generaciones en donde parece que la IA se encargará de seleccionar a los nuevos funcionarios mediante análisis de competencias que escapan de los antecedentes personales de uno...

En una charla en donde el principal orador era Fred Kofman (he escrito en más de una oportunidad acerca de este argentino), profundizamos sobre nuestro sentido de transformar el mundo en algo más satisfactorio para uno, en el cual principios y valores nos impulsan a ser actores protagonistas y nos inclinan a dar antes de recibir, es decir, dar a conocer el objetivo a perseguir y trabajar en la construcción. Me sentí identificado con la deducción comparando estos años en la incidencia por los derechos de infancia. En  una de esas preguntas introspectivas se nos invita a  reflexionar en nuestro camino de coherencia retrospectiva donde me vi escribiendo: "Yo ayudo a los niños a creer en a sociedad adulta" y recordando las críticas de Alfonsina, una niña que cuestionaba las acciones de los adultos en un encuero organizado por OEA, ví que no mejoramos en nada acerca de los derechos de infancia...

Vemos a loa adultos mayores organizar hasta el punto de saturación encuentros virtuales que no hacen otra cosa que replicar lo que estaban acostumbrado a hacer de manera presencial: convocar una audiencia afín y lanzar un discurso que nadie escucha, siendo el principal interés de los asistentes la obtención de un certificado  que pasará a engrosar esas constancias como asistentes a un partido de fútbol que quedará en el recuerdo. Hace unos meses estuvimos en un congreso Internacional como oradores donde de conclusión no quedó nada y con esta muestra vemos como se desperdicia el capital humano interesado en mejorar un sistema que poco nos ofrece de mejora.

En mi carácter de "trabajador esencial" tengo posibilidad de estar en la calle todos estos días de restricción social y veo como la infancia inunda las calles, criaturas sin la protección recomendada por las autoridades sanitarias ante la indiferencia de las autoridades policiales. La brecha entre el discurso y la acción, entre lo dicho y lo hecho como fue el título de nuestra ponencia en la UBA...

¿Qué es lo que pasa cuando se pierden las esperanzas? 

Una pandemia la cual nos expone de una manera desnudando nuestras almas de una manera nunca antes vista en la historia de la humanidad nos cuestiona como testigos si somos capaces de ejercer nuestra ciudadanía y poner freno a los atropellos de conductas viciadas por sus años de poder e impunidad al frente de espacios que involucran vidas... y qué decir cuando las mismas están en condiciones de vulnerabilidad y desprotegidas por todo un sistema que te menciona que es así y que no va a cambiar.

Un Agosto que nos encuentra golpeando las puertas virtuales de la ONU en su aniversario 75 y que ya no queda claro si nosotros fuimos a su encuentro o ellos a nosotros en la búsqueda de un modelo de gestión que logre satisfacer las demandas de una ciudadanía global que en su extremo sur desde el ciberespacio busca ayuda ante los atropellos institucionales afianzados por años de poder e impunidad...

Un Agosto que no sé porqué me renueva las esperanzas por una infancia con oportunidades de acceso a JUSTICIA y que muestre su primer paso de empoderamiento, como lo hizo Alfonsina.