Wednesday, September 23, 2020

La cultura de la "sarasa"

Parte de un movimiento

Nos cuesta mucho recibir plata a cambio de obediencia debida y, en el campo de los Derechos Humanos, más precisamente en los derechos de infancia, no podemos hacer la vista gorda condenando el futuro de las próximas generaciones a una corporación que en un tiempo habrá tenido su apogeo pero hoy demuestra su decadencia. El haber vivido gran parte de mi vida en democracia y conocer el desarrollo evolutivo de un movimiento que supo gobernar gran parte desde el retorno a la misma, me ha hecho desarrollar un pensamiento crítico sin fanatismo buscando un rumbo inclusivo que pueda sacar a nuestra ciudadanía de un pensamiento dicotómico consolidando una "tercera posición".

Una cultura ha ganado: la de la "sarasa". Es decir, la de que en lo discursivo se puede mencionar cualquier cosa mientras que en los hechos suceden otra. Pero lo peor es cuando ya no se tiene vergüenza y entre amigos se permite hablar con la franqueza de la impunidad. Así podemos encontrar a funcionarios que mencionan que pueden decir lo que quieran total se va a hacer lo que tengan ganas (funcionario tucumano), de cubrir a empleado mientras vendían "falopa" en ambulancias (funcionario bonaerense) o de llegar a un ministro nacional mencionar al presidente de la Cámara de diputados que está capacitado para decir lo que se antoja... pasando por toda una bicameral de mencionar un concurso como transparente cuando en la realidad todo fue uan "sarasa"...

La necesidad de decir: "estoy capacitado"

Terminamos otro curso de DDHH organizado por el Ministerio de Justicia, aguardamos el comienzo de otro de la Defensoría del Público y otro por el instituto Gestar mencionando un estilo de poder en franca decadencia que no queremos que se instaure como cultura para las próximas generaciones. Si bien con la cuarentena el establishment va consolidando su "sarasa" difundiendo la historia oficial y solicitando obediencia debida a su fieles sometidos por décadas, por nuestra parte logramos ser referenciados como una voz independiente llegando a escenarios internacionales mencionando la crisis de liderazgo de la dirigencia argentina y la gran capacidad del capital social como alternativa.

Una Defensoría carente de independencia nos conduce a otra oficina de "sarasa" con el consecuente gasto en funcionarios funcionales al poder. En todos estos años pudimos observas las consecuencias de la "sarasa" en la infancia argentina y queremos que no vuelva a repetirse la historia. Valores perdidos por intereses que escapan a lo personal por el sólo hecho de permanecer en el poder nos condujeron a una crisis sin precedentes que necesita de un liderazgo ejemplar y de una organizaciones ocupadas y preocupadas en fomentar ideas innovadoras que escapan del sólo pedido de más dinero.

Terreno político filosófico que confrontan pasiones y en donde nuestra voz se alza para denostar contra una dirigencia que no nos representa, buscando un liderazgo a la altura de las actuales circunstancias y no la continuidad de una fracción ideológica que ha hecho poco por la infancia y que buscar perpetuar viejos vicios que hicieron tanto mal al país, fomentando una cultura de supervivencia sin valores ni principios.

En contra de la cultura del suicidio que menciona la actual Defensora Nacional de Infancia elegida por una bicameral que no logró satisfacer las expectativas de quienes queremos para la infancia una institución independiente que logre incluir a las próximas generaciones, buscamos representar una cultura emergente la cual viene precedida por antecedentes que nos posicionaron como referentes a nivel internacional.








 

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