Wednesday, April 01, 2009

Comienzo del ciclo lectivo


Malvinas Argentinas, provincia de Buenos Aires. Un distrito que desde que se creó (allá a partir del 95’) evidenció una creciente prosperidad y esto se ve en todos lados. La dirigencia del mismo adoptó una manera de gestión que por lo menos a los transeúntes ocasionales nos hace comparar con los que ya conocemos, y nos da un poco de nostalgia al recordar como era San Miguel en los tiempos de Remigio López; o lo era Moreno en tiempos de Mariano West. Universidad Nacional de General Sarmiento, un estigma de personalidad plasmado en un espacio público, su nombre se debe a que la región se llamaba así, y como dijimos antes, en 1995 se fraccionó y se conformaron tres distritos mas en la provincia de Buenos Aires: José Clemente Paz (el patio trasero del antiguo partido lo denominaban entonces), Malvinas Argentinas (el sector industrial del partido), y San Miguel (el sector comercial y donde se asentaba la población con mayor poder adquisitivo y mayor contribución impositiva). En la mencionada universidad me encuentro cursando el último año de mi carrera y comenzamos con la elaboración de un plan de negocios para el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial).

Desde comienzos de año emprendí una nueva faceta acerca de los riesgos de los jóvenes y me dediqué los fines de semana a participar como personal de seguridad privada en eventos nocturnos privados. Durante el verano me dediqué a cubrir los corsos de carnaval en la zona oeste de partido de San Miguel, ahí me encontré con un conocido de mis épocas de catequista (dicen que las casualidades no existen) que me recomendó para cubrir la noche del partido de Ituzaingo (otro partido que comenzó en aquella época de fragmentación que, según se aducía, iba a traer mejor administración y prosperidad a sus habitantes).

No se si es de público conocimiento el grado de informalidad que existe con el personal de seguridad: cobran un jornal promedio de 60 pesos nocturnos, son jóvenes con escasa instrucción y no están registrados en ningún sitio para el ejercicio de tal “oficio”. Noches enteras dedicadas a escuchar anécdotas de combate, descontrol y como oficia la autoridad policial en tales ocasiones hacen pensar en alguna manera de cómo se puede regular esta actividad y que clases de competencias mínimas tienen que reunir quienes velan por la seguridad y prevención de nuestros menores.

Si, dije menores por no mencionar “niños”. No nos olvidemos que algunas veces caemos en que el sobreestímulo que tienen hoy nuestros jóvenes nos hacen pensar que ya son grandes pero, tampoco no nos tenemos que olvidar que el ejercicio de la responsabilidad (entendida como la habilidad de saber responder) requiere un lapso de maduración que no va con el desarrollo cronológico de los mismos.

Cuando con un grupo de personas decidimos encarar el tema de los jóvenes en situación de vulnerabilidad social no fue por una decisión de voluntad propia, sino de vivenciar la creciente precariedad de los mismos y de esta manera poder volcar alternativas a esta temática. Cuando se decidió acudir al marco institucional la realidad fue peor, y nuestra necesidad no era la de tomar café ni de comer pasta frola sino de encontrar herramientas en vigencia para tales casos y ante la carencia de las mismas decidimos crear un espacio. Un lugar de resguardo de derechos y una manera de gestionar los casos que teníamos bajo nuestra responsabilidad.

El comienzo del ciclo lectivo nos encuentra en espera de poder asistir a la inauguración del primer hospicio en la República Argentina, siguiendo los pasos de la Madre Teresa. Nos encuentra ante personas con fuerte compromiso social y un enorme tanque de ideas puestas en marcha para de alguna manera paliar la creciente desigualdad social actual en nuestro país.

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