Friday, February 11, 2022

Mundo narco

 Durante el 2007, cuando comenzamos nuestra campaña para ser el primer Defensor de los Derechos del Niño de la República Argentina, proponíamos un modelo de abordaje enmarcado en la ley nacional 26061 presentando un modelo disruptivo frente a un arco institucional comprendido por los mismos funcionarios que hoy están en vigencia y que datan en funciones desde el siglo pasado...

Ante la decisión política de dar continuidad al estatus quo que vive de la infancia  luego del paupérrimo concurso que cuyo manejo ha llegado hasta al Suprema Corte de Justicia, pensamos en retirarnos en la incidencia por los derechos de infancia, ya que pudimos evidenciar durante todos estos años el destrato y la desidia orgánica de un poder corrompido que ha formado sus anticuerpos en los noventa con principios y valores que forman parte de la cultura política.

Es así que en este 2022 buscamos desentendernos de una infancia ignorada por los gobiernos de distintos bandos y poder dar comienzo a otras actividades que puedan ser de interés personal, pero el peso de la incompetencia y el abuso de poder hacia la población frente a un vacío de representación que logre tener antecedentes e historial nos deja en la disyuntiva entre dejarlos solos y que hagan lo que quieran o que al menos haya registro de las atrocidades de militantes funcionales al poder en detrimento del público.


La respuesta de un Estado superado

No nos pondremos a explicar nuevamente las connivencias entre estamentos de la misma ideología y las justificaciones maquillando una realidad que los supera. Durante el 2007 dejamos registro de las consecuencias del uso de drogas en la adolescencia y el trato del Estado a esta población. Mas tarde, con el caso Candela pudimos introducirnos a los mensajes oscuros de quienes financian la política territorial  hasta llegar a nuestros días donde las muertes masivas buscan llamara la atención buscando limpiar un entramado viciado de complicidades...

El humor como receta contra la desidia 

La caradurez de la clase dirigenial en la República Argentina ha llegado a límites que pareen desafiar la tolerancia social. Y el caso de que un ministerio (tal como es el caso de Cultura y ponemos ministerio en minúscula porque de cultura ya se vino abajo) presente a un joven que hace apología de la violencia y del consumo de drogas nos invita a reflexionar qué se le transmite a la juventud desde hace un tiempo.

Y en este contexto una Defensoría Nacional de Niñez y Adolescencia que recibe críticas de todos lados que no hace otra cosa que propagandas a las dependencia gubernamentales deja un sabor amargo a tantos años por buscar que la infancia tenga voz frente a un adultocentrismo que se ha convertido  en una ágora de senecta con caja propia para mantener una versión de la historia que se cae a pedazos...

Y renegando con mi personalidad que ha construido como hábito continuar con lo que nos hemos comprometido, vuelvo a escribir sobre la situación de los derechos de infancia, pero ya con la parsimonia de los años de experiencia frente al paradigma político reinante  buscando modificarlo frente a una crisis de credibilidad en la que nos cuestionamos de que nos sirve esta nueva dependencia sabiendo que no es más que una covacha de lastimeras almas con principios y valores deformados por una cultura que supieron construir...


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